¿Cómo fueron los inicios de tu emprendimiento?
LA POMONA, Taller de Arcilla, nació hace más de 10 años, en medio del torbellino de ser mamá de cuatro chicos a tiempo completo: llevarlos al colegio, acompañarlos en sus actividades, atender la casa... Aunque no ejercía, ya era docente, pero había puesto en pausa mi carrera para dedicarme por completo a mi familia.
Siempre fui curiosa, inquieta, apasionada por el arte y la enseñanza. Así que decidí regalarme un espacio solo para mí: empecé a estudiar la tecnicatura en cerámica en el turno noche. Lo hice sin objetivos más allá del disfrute personal, como un cable a tierra. Y casi sin darme cuenta, me convertí en ceramista.
Una tarde, tomando mate en el jardín con dos amigas, una de ellas me insistió para que le enseñara. Yo me negaba: el tiempo, la casa, los chicos… pero tanto insistieron – ¡por suerte!- que cedí. Empecé dándoles clases a ellas dos, en casa.
El boca a boca hizo lo suyo: amigas de amigas, mamás del colegio… y de pronto tenía un taller funcionando de lunes a viernes. Mis dos grandes pasiones —enseñar y crear— se habían fusionado. Jamás imaginé que LA POMONA crecería tanto. Hoy tenemos más de 100 alumnos por mes.
¿Qué servicios ofrecés al público?
En LA POMONA brindamos talleres de cerámica para trabajar el barro en todas sus formas: modelado, colado y torno. Las clases son semanales, de dos horas, y están pensadas para que cada persona pueda crear libremente lo que imagine, sin restricciones de diseño, forma o color.
Además, organizamos eventos especiales: cumpleaños, despedidas de soltera, encuentros corporativos o celebraciones únicas, tanto en el taller como a domicilio dentro de GBA. En todos los casos, los participantes se llevan sus propias piezas hechas con sus manos.
Y hace muy poco lanzamos un curso online paso a paso, ideal para quienes están en otras provincias o países y quieren crear su propio juego de vajilla desde cero, en sus casas y sin necesidad de experiencia previa.
¿Cómo proyectás tu marca en el mediano plazo?
Cada año me sorprende cómo va creciendo y transformándose LAPOMO (así le dicen los amigos de la casa). Tengo muchos proyectos en camino y sueño con seguir ampliando nuestros servicios.
A cinco años, me gustaría que sigamos sumando propuestas que acompañen el bienestar emocional de quienes nos eligen: más opciones que sigan siendo ese espacio de desconexión, disfrute y creatividad que tantos valoran.
4. ¿Cuáles son tus diferenciales en el rubro?
Lo que más me emociona de nuestro taller es ver cómo los alumnos se descubren capaces. Desde el primer día les digo: acá no hay límites, no hace falta ser expertos, vení a crear lo que imagines.
No trabajamos con restricciones: ni de cantidad de piezas, ni de horneadas, ni de materiales. Todo está a su disposición. Queremos que la creatividad fluya, sin presiones ni estructuras.
Y eso se nota… las frases que más escucho en nuestras clases son “¡no puedo creer que esto lo hice yo!”, “me desconecté totalmente” o “¡cómo volaron estas dos horas!”. Esa es la verdadera magia de LA POMONA: ofrecer un espacio de desconexión donde el tiempo se detiene y la creatividad fluye.
Si volvieras a empezar, ¿qué harías diferente?
Me animaría antes. Iría con más confianza.
Porque hoy sé que sí se puede. Que no hace falta ser experto en negocios ni tener todo resuelto. Si hay pasión y ganas, lo demás sucede. Lo importante es dar el primer paso, aunque tiemble un poco la voz. Porque cuando se hace desde el corazón, todo lo demás encuentra su lugar.
Datos de Contacto
Instagram: @LaPomona
Youtube: La Pomona – Taller de Arcilla

